Como amante de los gatos muchas veces me descubro observando al precioso ejemplar felino que habita en mi casa, Merlín y me asalta la pregunta de cuál es la razón de que los gatos causen tanto furor y por qué en cierta manera uno acaba identificándose con ellos. Pues bien, hoy he puesto a mi gato frente al espejo dispuesta a averiguarlo.
Llevo un tiempo reflexionando sobre este asunto y debe ser que parte de la humanidad también ya que no hace mucho la Fnac dedicaba una sección entera a los gatos. Así pude ver decenas de libros y teorías sobre estos curiosos animales: novelas, manuales de pedagogía gatuna, divulgación, ensayo y esoterismo entre otros.
Mis primeras divagaciones, mientras observo el reflejo de los ojos verdes y salvajes de Merlín en el espejo, me llevan a las antiguas civilizaciones. Desde los comienzos de la humanidad la figura del gato se ha visto envuelta en un halo de misterio, siempre entre el mundo real, tangible que vemos y el mítico Olimpo de los Dioses. Ya los egipcios veneraban a Bastet, la diosa con cabeza de gato. Era considerado un animal sagrado y a veces ni el propio faraón tenía el poder de matarlo por miedo a la furia de los dioses. Los egipcios creían que tenían el poder de guiar a los mortales al inframundo así como realizar viajes astrales. Para los celtas, los ojos del gato señalaban el camino al mundo mágico, bien conocido gracias a los cuentos de hadas tradicionales y leyendas populares. Sin embargo la buena fama del gato cambió durante la Edad Media, ya que aunque seguía asociado con lo mágico, se le creía habitual compañero de brujas y hechiceras. La iglesia los declaró seres diabólicos y comenzó a extenderse el mito del gato negro y la mala suerte. Pero todo ello ¿Por qué? ¿Cuál es la fuente de ese poder de atracción?
Una palabra acude de inmediato a mi mente: CURIOSIDAD. Bueno, varias palabras más: ATENCIÓN, SIGILO, ACECHO.
El gato siempre muestra una inquietud natural por todo lo que le rodea, orienta las orejas y los bigotes hacia delante y clava los ojos en aquello que le interesa. Mirada intensa y fija ante lo que clama su atención. Ahora mismo tengo a Merlín sobre la mesa hipnotizado con el teclado del ordenador y estoy segura que si me voy, a mi regreso le encontraré oliendo y tocando las teclas. ¿Os apostáis algo? Me asombra su calma. Es siempre tan paciente, a la espera del momento justo para atacar, aplicando aquello que ha aprendido. Es el arte de aprender observando y alcanzar su objetivo como buen felino. ¡Lo admiro! Esa sabiduría parece guardarla para sí, dentro de su mundo secreto y que tanto nos intriga.
Otro de los míticos atributos de los gatos es su ELEGANCIA. Pareciera que la mismísima diosa Venus está encarnada en este animal. Simbolizan lo femenino y ello se transmite en sus movimientos graciosos y elegantes al andar. ¡Todo glamour en una pasarela! Al igual que una mujer y por qué no un hombre pueden pasarse horas y horas acicalándose con el coqueteo “involuntario” de sus conocidos baños: lavado matutino, acicalamiento después de comer, baño después de siesta, ducha de disimulo cuando han armado un buen lío, etc.
Es famoso su espíritu independiente y orgulloso, rasgos que toda mujer sabe reconocer al mirarse en el espejo. Como mujer lo veo en mi reflejo y… ¡Debo decir que me encanta! Saben como conseguir lo que quieren. A su modo llegan, te acarician, son zalameros, parecen decir ¡Cuánto te quiero! entre minutos de apasionado ronroneo para luego alejarse, echarte una mirada desdeñosa y seguir su camino con la cabeza bien alta y el rabo bien erguido. ¡Pero os advierto! ¡Me advierto frente al espejo! Ya es demasiado tarde pues habrá conquistado tu corazón y harás exactamente lo que él quiere. ¡Pobres esclavos de estos dioses!
Perfectos e incansables compañeros de diversión. Cazan a la primera las reglas de cualquier juego, pudiendo crear uno nuevo cuando ellos lo deseen y ya se encargarán de hacértelo aprender. Amigos de los líos, los ovillos, las cortinas y las zapatillas. Sobreviven en un mundo de juego e ilusión que acompañan con eternas horas de sueño. Fieros, cariñosos, orgullosos, limpios, elegantes y sabios cazadores. Podría escribir páginas y páginas sobre ellos, sobre los reflejos del espejo. Algunas veces obtengo una respuesta y sonrío divertida porque sé que de los gatos me puedo esperar cada día una nueva sorpresa.